Como fruta fresca, tus labios se hundían en mi cintura, y tus manos eran el escudo que me protegían del frío rocío de la hierba fresca donde estábamos recostados. Disfrutamos plenamente del aroma a rosas y gardenias y todo circulaba en una agradable mañana, relajados, prófugos del stress, desplegados bajos los rayos de sol que tímidamente acariciaban nuestras mejillas. El paisaje era casi irreal, demasiado perfect… no pude terminar la frase, y desperté. No sabía si todo había sido un sueño, uno muy vivido por cierto. Hasta pude sentir por mis fosas nasales los aromas que acompañaban el momento. Creí que realmente estábamos de vacaciones en la estancia de la Pampa. Los dueños eran los primos de Dave, que para mi eran algo estrafalarios e iracundos, seres poco sociables y los cuales solo cruzábamos en reuniones familiares, como la Navidad. Ellos siempre nos ofrecían su estancia para que nosotros pudiéramos ir a visitar. La verdad era que no tenía noción del tiempo; pero...