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Mostrando entradas de octubre, 2021

Velorio

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Estaba en un velatorio simbólico. Estábamos vestidas con musculosas y chancletas. Sentadas en sillas que databan de los 80'; hablamos poco en una ronda pequeña. Quien sufrió el desconsuelo de la pérdida detallaba los últimos momentos. Pocos aportes al hecho y muchas lágrimas reprimidas. Tonta regla que inculcaron nuestros padres para que aprendamos a no llorar. El tenía un pelaje sedoso. Él era siamés y acompañaba a su dueña con una mirada tierna que seguramente ella estrenará en su regazo los domingos de tele acostados en el sillón. Mis lágrimas eran en realidad una cascada atajada por una gran represa llamada garganta y no se si era del diablo, pero me ahogaba en un gran nudo de pena. Me iba a poner a llorar por el gato y me contuve. Sabía muy bien que no iba a llorar solo por eso...

El minotauro

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Perdido en un laberinto mental, Federico no podía entender por qué había sido un hijo no deseado. Mi madre se llamaba Pasifae y extrañamente era, para mi gusto, demasiado pacífica a los insultos y desprecios de mi padre. Mi madre era todo lo contrario a mí;mejor dicho, éramos como agua y aceite. Mientras ella en las mañanas despertaba alegre con una sonrisa, mi cólera se alzaba con los indicios del día, y empezaba a tratar mal a todo el mundo. Incluso ni mís amigos me querían; no sabía si era por mi carácter  temperamental o me habían dejado de lado porque siempre fui un poco deforme y cabezón. Tenía la cabeza más grande y el pelo revoloteando y silvestre como hojas en pleno cambio otoñal. Mi madre aseguraba que mi ira, era producto de algún trauma o dolor de la infancia y me suplicaba incluso de rodillas que borrara mi pasado y dejará toda esa violencia que cargaba como mochila por dolores y penas de antaño y pudiera vivir tranquilo en el presente. Fue así, que una mañana de febrero,

La orquesta

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Mí llanto recorría a gran velocidad las rutas imaginarias que trazaban las cuerdas. Era mí última balada con ella. El jefe de camarote terminaba de decir que no necesitaba más de mí show. Mí novio una semana antes de embarcarme me había confesado que estaba enamorado de otra. Ya nadie parecía necesitarme; ni siquiera mí tía Raquel que ya tenía enfermera propia. Mí bajo tenía mí nombre: Alma Violeta. Y con esta despedida también de mí público; había perdido no solo mí nombre y mí alma, sino todo hasta mí sombra.

Madurar

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Madurar quizás sea para las frutas. Para ellas quizás, resulte más fácil. Pequeñas bayas que después del invierno, deciden florecer. Para el hombre, en cambio, madurar implica comprender y sostener el peso de una familia; criar hijos; elegir una carrera; ser fiel a ideales, mantener promesas y amistades. Cuidarse y cuidar las relaciones con el paso de los años entre otras tantas tareas y obligaciones. Quizás para las frutas esto sea más fácil, viven en un mismo vecindario interactúan y reciben del sol su energía vital. En cambio el hombre se encuentra con sorpresas inimaginables hasta ese entonces, cuando decide dejar de adolecer. Tiene que aceptar todo tipo de diferentes  cambios: corporales; de vivienda; de amigos. Cambios que lo desencajan y lo vuelven a encajar.  Maravillosa maquinaria que nos compone y descompone a la hora de llegada la muerte. Las frutas solo caen entregadas con fe, hacia el destino próximo. Y cuando alcanzamos a comprender que las cosas no siempre salen como que

Homenaje

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  Mí testimonio: "Hubo picaportes y timbres que me abrieron puertas mientras iba publicando como toda escritora de clase media intelectual emergente. Cómo mencioné mis versos mal venidos fueron inspiración y acompañamiento de cientos de romances a medio nacer. Mientras tanto, reflexionaba <¿Porqué la sociedad nos relega a un rol secundario; a permitirnos capacidades relativas relegadas al sexo masculino preponderante?>... ...Pensar que en las épocas de Oro cuando mí familia triunfaba en el negocio familiar, no tenía estás preocupaciones, ni había entrado en las vicisitudes del amor. Fui maestra,madre soltera, periodista, participé en columnas, abstraída sobre todo por  temas feministas. Desarrollé mis dotes teatrales natos, que era una de mis herramientas principales para mis labores, provocaba el fervor y el repudió desde el poder.Pero mí objetivo era llegar a las jovencitas lectoras, inspirar y hacer reflexionar a las masas muertas. Quizá una cierta noche el mismo sueño de