El fin del mundo ya tenia fecha. El apocalipsis. Y solamente Lucia lo sabía. Fecha y horas exactas, pero solo se lo había revelado a su buen amigo bajo una cláusula confidencial.

Sus hermanos también lo sabían pero no querían ser los autores de revelar semejante profecía.

Lucia se sentó junto al prado a la espera de algún otra señal o algo que le indicase que era necesario informar día y hora del evento.

¿Serían acaso la dominación de los Robots humanoides o la muerte del último papa, el detonante del fin de los tiempos.

Un peligro físico real ya se podía sentir. La población estaba estresada, neurótica trabajando, y día a día más violenta cursando en paralelo una gran disparidad económica. Toda la atmósfera estaba haciendo la introducción al caos.

Habría que hacer un cambio, inminente, urgente y giratorio al cien por cien:

¿ Qué cambios deberíamos hacer?

Lucia meditaba por la respuesta a su pregunta...



 

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