Relato

 Llegó el gran día. El debut era inevitable e imposible de soslayar. Mis nervios recorrían cada una de mis fibras, aun incluyendo las más escondidas. 

“¿Sería acaso la danza, el arte favorito, de las mariposas?”. Pensaba mientras jugaba con algunas amigas tratando de evadir ese momento.

Él seguro me estaría observando. Siempre vistiendo su traje prolijamente lavado y planchado.Gran fachada, fornida estatura y habano en mano ¡Vaya forma ruda de llegar  a un lugar que tenía! Aunque en breve endulzara su imagen con una sonrisa.

A veces, meditaba si la danza: esta disciplina como lo habían sido tantas otras en mi infancia, pasando por un abanico amplio de actividades que incluían castañuelas; tarantelas; hasta patin, hockey, step y localizada eran en realidad una manera sutil que tenían los adultos para que los chicos no molestaran en la casa. Por ejemplo, preguntando cosas que nadie quería responder, incomodando, o llamando la atención con berrinches que eran solo reclamos por algo de  cariño.

Mis ojos se bambolearon y volví rápidamente a enfocarme en el show y en la coreografía que tanto me costaba memorizar. Para mi, no eran más que un conjunto ordenado de pasos sin ninguna lógica, pero en fin, un suspiro me abandonaba y repetía una vez más la secuencia en mi cabeza. Ojalá tanto baile comprimido en disciplinas me hubiera preparado para el baile real que me esperaría unos años más adelante, la vida.

_“Show must go on”(”El show debe continuar”). Era sin aún conocerla, y s, frase que seguiría vigente y anidada en mi adultez; tantas veces refrescada sobre todo a la hora de cruzar la puerta del trabajo.

Y ahí estaba presente e impaciente de nuevo,en el club calzada, club barrial, identificador y trascendente de la zona. El ritmo comenzaba a tamborilear de fondo y el público aplaudía. Incluso mi madre se había hecho presente para esa ocasión tan especial. No era común verla; pero notaba su esfuerzo por figurar esporádicamente en algún que otro evento, además de los cumpleaños. Ella colaboró con el peinado y el tocado y sacó algo de maquillaje de su cartera negra  para que haga juego con el vestuario. De igual modo, ya estaba prácticamente en movimiento y mucho no pudo hacer. Ondas y brazos cruzaban como fantasmas a mi alrededor. Y en tan solo diez minutos que duraba la coreografía, fueron suficiente para matar toda la agonía de la espera.

El baile al fin, aconteció y el furor perdió su efervescencia. 

Mientras tanto; pensaba si después de tantos esfuerzos por sacar sobresalientes en el colegio, hacer actividades y destacar en casi todo, si aún así, eso bastaría para obtener el amor de mi familia.

Por ejemplo, me cuestionaba, si acaso habría sido su estrella favorita alguna vez. Para él, que fue siempre mi eje principal. Ya sabia que no estaba solo mis abuelos y mi madre, en la platea, sino también aplaudía con energía “el abandono” y miraba desde lejos aguardando para volver a casa.

De igual manera, ya terminado el espectáculo; corrí a abrazarlo. 

Él se sonreía mientras me aproximaba. Primero, le di un beso con tanta fuerza que se hundió en lo profundo de su mejilla y no pude en ese momento, calcular el radio de su cintura, ya que mis brazos solo querían abrazarlo.

Su amor igual era inmenso e incondicional y con mis manos, creia y se parecía como abrazar al mundo…



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