El día después
(Relato creado en 3ra persona. Basado en la noticia Jared Leto. “Impactado, se entera del
coronavirus tras estar de retiro en el desierto”).
El día después, él había
bajado del avión y se encontraba algo aturdido, después de haber querido huir
de la civilización de una manera rotunda y drástica, sentía una brisa que lo
golpeaba en su rostro, absorto y estupefacto, que reflejaba imágenes ajenas a
él, pertenecientes a una civilización sumergida en la enfermedad, decadencia y
el caos.
Después de toda la agonía
que había pasado, en la búsqueda de resolver sus paradigmas y conflictos
internos y las cuales a su pesar para la gran mayoría de estas, aun no tenía
una respuesta clara; debería descartar por completo el poder reconfortarse con
un café doble expresso del lujoso bar de
la esquina, mientras tanto, caminaba y la palabra coronavirus resonaba como un
eco por donde quiera que mirara…
El suponía que después de
20 días de ayuno y agonías experimentadas en su retiro, un virus que circulaba con
fama de gripe fuerte o más bien fulminante para algunos, creía que no podría
hacerle ningún daño a él, ya que se sentía fortalecido por la experiencia.
Cuando volvió a tener
contacto con su celular, la catarata de mensajes que figuraban en la pantalla de
su móbil, lo dejo impactado y decidió primero contactarse con su madre que
estaba sola y con su hermana Kathy que se había ido ya hace tiempo con su
familia a España.
Su madre apenas atendió el
teléfono y lo reconoció empezó con miles de reproches sobre su decisión voluntaria
y para ella totalmente irresponsable, de viajar al desierto. Hablaron por un
momento y ante el agobio de su madre corto en pocos minutos, ya había
constatado que ella estaba bien.
Su hermana también lo
estaba; pero había tenido a su marido John, bastante enfermo y recién se estaba
recuperando. Las demás cosas en su móvil no eran de importancia así que en
ausencia de su ama de llaves empezó a ordenar su lujoso apartamento.
Tantos días de ayuno y su
estómago dormido estaba volviendo a despertar y este le impidió que arrancara
con su rutina de limpieza. Después recordó que tampoco tenía ninguna provisión,
entonces el delivery sería la opción más apropiada y en 20 minutos o menos tendría
su problema solucionado. Y de hecho así fue; un chico pálido le entrego en
menos de 17 minutos y muy rápidamente su “big-mac”. Él ya tenía su pedido pago
lo que alivio su conflicto para manipular dinero en efectivo, tubo el mínimo
contacto con el cadete, como siempre, detestaba que las personas se le quedaran
hablando así que tomo su hamburguesa y cerro abruptamente la puerta.
Los días fueron pasando y
las noticias desesperantes de miles y miles de muertos iban llegando. Para no
desesperarse y caer en el pánico global decidió poner en práctica las
enseñanzas que le dieron los monjes durante su retiro.
Primero recordó que el dolor y sufrimiento no son lo mismo. «El dolor es inevitable, el sufrimiento es
opcional». El dolor que le producía estar lejos de su familia e inhabilitado
para hacer cualquier actividad en el exterior le producía dolor pero él no permitiría generar de esto una carga emocional
negativa para cargar en su espalda, trataría de vivir el presente día por día, porque todo lugar es aquí y todo momento es
ahora.
Además dejaría de pedir comida chatarra,
excederse en alcohol e hidratos de carbonos, que de por sí, lo ponían de mal
humor y sumergía su cuerpo en un malestar aun peor, eso debería de cambiarlo y
en vez de delivery pedir al super frutas y verduras, sino sería inútil todo el
dinero gastado en sus clases particulares de cocina. “Cuida el exterior tanto como el interior, porque
todo es uno”- decía siempre su
maestro.
Mientras tanto él reflexionaba:-en esta peste que
nos abraza a todos por igual, yo que creía que el dinero podría evitarme las
enfermedades, sin ir más lejos el marido de mi hermana casi muere”-. Nunca se
dio cuenta de la gravedad del asunto hasta ese momento, quizás le falto humildad
embebida y empañada por sus fans y su dinero. “No es más rico quien más tiene, sino quien menos necesita”.
Se sentía mucho más rico ahora sumergido en sus
reflexiones y paz interior, que en el brillo de luces y contratos que
circulaban a su alrededor a diario. Y después de todo…
(Silencio en la mente y fondo de música celta)
…Al final comprendió que todo en esta vida es aprendizaje, y cada
circunstancia o situación que pueda surgir nos abre a oportunidades y al crecimiento, a los
cambios positivos…
No todos los caminos que vayamos a transitar en
esta vida estarán alfombrados. No todas las opciones van a ser sencillas ni
hallaremos un puente en cada dificultad. A menudo, en nuestro día a día nos vamos a encontrar senderos muy
agrestes y empinados, donde no hay comodidades. De ahí que debamos ir
preparados, con calzado propio, con recursos propios para aprender a transitar.
¡Gracias por un día más!-grito a lo alto.
-“Gracias, gracias gracias”.-Y se durmió.
Verónica L. Vignolo.
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